24/09/2013

¿Y ahora qué, Michael Dell?

Le ha costado, pero Michael Dell ha ganado la batalla por retener el control de la compañía que fundó hace 30 años. La votación de los accionista ha dado luz verde a su plan de retirar la empresa de bolsa, con el apoyo del fondo Silver Laker Partners. Carl Icah, el inversor ´activista` que con el 9% de las acciones presentó una alternativa que no llegó a votarse, ha reconocido su derrota. Ya tiene Michael Dell lo que quería: como empresa privada, podrá tomar las iniciativas que estime necesarias sin tener que someterse al humor de los que mueven Wall Street. Pero, siempre hay un pero, sale de la batalla con una pesada deuda, cuyo monto se estima en 17.000 millones de dólares.

Michael Dell

Michael Dell

Precio de la transacción: 24.900 millones de dólares. Es la undécima LBO (leverage buyout) de la historia, la primera del sector TI y la mayor desde el estallido de la crisis post-Lehman. El precio es alto para cualquiera que tuviera razones para comprar la compañía – sólo Icahn y otro fondo amagaron, pero sólo para que a Michael Dell le saliera más caro comprar las acciones que astutamente habían acumulado. En la práctica, sólo un fundador con un legado que proteger y capacidad para endeudarse puede abordar una operación de esta naturaleza.

Siete meses ha durado el proceso, marcado por incontables maquinaciones, y sus grandes beneficiarios han sido los consultores y abogados especializados. Este mes, la agencia Standard and Poor´s ha degradado cuatro niveles el rating de crédito de Dell, pasando de BBB a BB-. A la vista de las recompras de acciones y pagos de dividendos que otras empresas han tenido que hacer para conformar a Wall Street, hasta podría concluirse que Michael Dell se ha ahorrado una buena cuantía. Ahora espera completar el proceso antes del 1 de noviembre, cuando acaba el trimestre en curso.

Ahora viene lo más complicado: saber si estratégicamente cambiará en algo la trayectoria de Dell, partiendo de dos premisas: a) lo que propone su fundador no difiere de lo que ha contado a sus accionistas desde 2008, o antes, y b) la deuda será un lastre para seguir buscando el crecimiento por adquisiciones, que es esencialmente lo que ha hecho en estos años. Desde esa fecha, y aun antes, ha comprado compañías al ritmo de cinco por año, para entrar en nuevas áreas de negocio: almacenamiento (EquaLogic, Compellent), networking (Force 10), servicios (Perot Systems) y seguridad (SonicWall, y SecureWorks). Más de 13.000 millones de dólares en total desde que Michael Dell retomó el cargo de CEO.

Las prioridades son archiconocidas: expandir el negocio hacia las soluciones de empresa, reforzar las relaciones con el canal, hacerse un hueco en los mercados emergentes a los que hasta ahora ha prestado escasa atención y reforzar las relación de Dell con las empresas. No está tan claro que las reglas bursátiles fueran un obstáculo real para salirse de su papel tradicional como proveedor de PC: en 2008 este segmento representaba el 61% del negocio, y este año ha caído al 54%. Es probable que, saliendo del Nasdaq para ser gestionada a puertas cerradas, Dell pasará a ser más pequeña pero no necesariamente más rentable. Es su dinero, así ¿a quién le importa?

¿Es realmente su dinero? No ha dejado de llamar la atención que Michael Dell, además del 15% de la compañía, posee 12.000 millones en otros activos a través de su family office MSD; en teoría, con esa fortuna podría haber montado su LBO sin asociarse con Silver Lake y sin necesidad del muy oportuno préstamo de Microsoft. Sería de imbéciles deducir de ello que Dell no confía en el futuro de Dell, pero hay quien supone que responde a un acuerdo con Silver Lake para que la empresa vuelva a bolsa más adelante, cuando sea conveniente para el fondo de inversión.

En el fondo, la verdadera pregunta no es si la operación saldrá bien o mal desde el punto de vista financiero, sino dónde podrá encontrar la compañía el crecimiento que hasta ahora se le ha negado: su facturación es la misma que hace un año, y su beneficio es menos de un tercio de lo que fue. Varios analistas han señalado que Dell ha devorado demasiado en poco tiempo, y la digestión le está resultando pesada. O sea: «necesita foco».

¿Foco¿ ¿Qué foco? Ahora mismo, Dell ocupa la tercera posición del ranking de PC tras Lenovo y HP; pero sus últimos resultados trimestrales indican que el beneficio operativo de ese segmento [205 millones de dólares] ha caído un 71%, mucho más que el descenso sufrido por sus competidores. A pesar de la sangría, es improbable que abandone este segmento a corto plazo: el propio Michael Dell ha dicho que la mitad de su negocio con las empresas es generado o inducido por las ventas de PC.

Más éxito ha tenido últimamente en los servidores. En el trimestre cerrado en agosto, Dell ha tenido en este segmento el mayor crecimiento de su historia: en unidades pisa los talones a HP, y en valor su cuota es del 18% [en España está segunda en la tabla, pero HP le lleva cuarenta puntos porcentuales]. Liberada del continuo escrutinio de los analistas, podría ganar cuota empaquetando sus servidores con las ofertas de almacenamiento y networking, en las que los márgenes son muy superiores.

Una debilidad de Dell – aparte de la crónica ausencia en el mercado de los móviles y las tabletas – es que, a pesar del insistente discurso de su CEO acerca de la necesaria conversión a los servicios, estos se han estancado en torno al 14% de sus ingresos, y le falta clamorosamente una oferta clara en cloud computing. Excluída por el momento la posibilidad de compras significativas – nadie aceptaría a cambio de acciones de la empresa privada Dell – el avance en esta actividad dependerá de su capacidad para urdir alianzas.


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